Novedad en las visitas guiadas

Novedad en las visitas guiadas

Para san Bernardo, la vida monástica es la antesala del cielo. Un lugar con una disciplina perfecta, un paraíso enclaustrado, donde se vive en unidad. Por eso hay un equilibrio perfecto entre la laboriosidad y la contemplación. Y el huerto es el lugar idóneo para el trabajo manual. Las necesidades de la farmacia obligan no sólo a cultivar hortalizas y frutas, sino también las plantas medicinales que curarán las monjas y, sobre todo, ofrecerán consuelo en la enfermedad a los aldeanos de un amplio territorio cerca de Vallbona. Atentas a las plantas, las monjas de Vallbona cultivan la sabiduría que después elaborarán en el obrador de la farmacia. El trabajo se prolonga en el cuidado de los enfermos, que «deben ser acogidos como Cristo». Así, la farmacia se convertirá en un pequeño templo de sabiduría para el cuidado del cuerpo, un primer paso hacia la curación del alma.